Koenigsegg Jesko Absolut destroza el récord mundial 0 400 0 kmh

Koenigsegg Jesko Absolut destroza el récord mundial 0 400 0 kmh ¿Cómo logra Koenigsegg que el futuro parezca quedarse corto?

Estamos en agosto de 2025 en el corazón de Suecia, en el asfalto silencioso y largo de Örebro, donde el aire huele a queroseno viejo y a goma quemada. Koenigsegg acaba de volver a escribir su propio libro de hazañas, y lo ha hecho con la precisión de un relojero suizo y la arrogancia tranquila de quien sabe que nadie más está cerca. El Jesko Absolut, ese cohete con matrícula homologada, ha mordido el 0–400–0 km/h en un tiempo que parece un error tipográfico: 25,21 segundos.

No es la primera vez que lo logran. Tampoco es, seguramente, la última. Pero hay algo casi poético en ver cómo Markus Lundh, piloto de pruebas de la casa, lleva al límite un coche que nació para humillar cronómetros. Hace tiempo, cuando en 2024 ya habían firmado un récord similar, uno podría pensar que la historia estaba escrita. Y sin embargo, aquí estamos: mismos tornillos, mismo chasis, pero un cerebro electrónico más afilado que un bisturí. Lo llaman “Absolut Overdrive”, y suena como si fuera un truco de marketing, pero en realidad es una lección de software aplicado a la física más salvaje que puede experimentar una máquina sobre ruedas.

«A veces la velocidad no es cuestión de caballos, sino de ideas», me dice un ingeniero con una sonrisa que es mitad orgullo, mitad conspiración.

El instante en que todo se detiene

Imagina esto: pasas de estar sentado con el cinturón tensando el pecho, sintiendo cómo el V8 biturbo respira como un animal impaciente, a ser lanzado hacia 400 km/h en 16,77 segundos. No hay tiempo para pestañear; si lo haces, probablemente te pierdas la mitad del espectáculo. Después, el vértigo inverso: frenar desde esos mismos 400 km/h a cero en 8,44 segundos. El mundo entero parece comprimirse contra el parabrisas, y el silencio que queda después es casi violento.

El récord también tiene su traducción para quienes piensan en millas por hora: 0–250–0 mph en 25,67 segundos. Un suspiro. Un parpadeo largo. O la duración de una conversación incómoda con tu jefe antes de que suene el teléfono y te salve.

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Un récord cocinado en casa

Koenigsegg no necesita alquilar cerebros ni pedir favores. Todo, desde la programación hasta la aerodinámica, lo hacen ellos. Christian von Koenigsegg lo resume con esa frialdad de empresario que sabe que lo imposible es solo cuestión de horas:
«Es la prueba del poder del trabajo en equipo y la comunicación perfecta entre nuestros sistemas de propulsión».

La clave no fue añadir piezas ni cambiar el motor, sino domar la fuerza bruta con refinamientos casi invisibles. La estrategia de software mejorada, esa Absolut Overdrive, estará disponible para todos los dueños del Jesko Absolut. Algo así como si tu coche mañana amaneciera con reflejos más rápidos y músculos mejor coordinados, sin que tú hubieras tocado una tuerca.

“Más rápido” no es un número, es una filosofía

La obsesión de Koenigsegg no es simplemente ganar una estadística. Es la idea de que cada décima de segundo robada es un triunfo contra la física. El coche es más que su motor de 1600 caballos; es la suma de frenos de carbono cerámico, aerodinámica de precisión quirúrgica y un software que lee el asfalto como un violinista lee una partitura.

El resultado es que, aunque otras marcas sueñen con alcanzar esas cifras, Koenigsegg ya está pensando en cómo superarlas otra vez. Hay algo casi cruel en ello, como un corredor que rompe su propio récord y, antes de recibir la medalla, ya está calentando para la próxima carrera.

“Quien se detiene a celebrar, pierde velocidad” (Proverbio adaptado de taller sueco)

Lo que no ves cuando todo ocurre tan rápido

En un vídeo, la hazaña puede parecer un instante limpio, pero detrás hay un ejército invisible: ingenieros midiendo datos con equipos de Racelogic, mecánicos que afinan cada componente con una obsesión casi enfermiza, programadores que convierten el código en velocidad real. Y todo esto validado por el propio fabricante de los equipos, para que nadie dude de que el cronómetro no miente.

Mientras otras marcas llenan portadas con promesas, Koenigsegg hace lo contrario: enseña cifras que ya son historia. Por eso, cuando ponen en venta algo tan mundano como una camiseta en su tienda oficial, no parece merchandising, sino un trofeo que te permite sentirte parte del clan.

El futuro ya pasó… y dejó huella de goma

En el horizonte no hay rivales claros. Quizá algún laboratorio escondido intente una emboscada tecnológica, pero la ventaja de Koenigsegg está en que no corre una carrera contra otros, sino contra sí mismos. Y eso es mucho más peligroso. Porque cuando el único rival es tu propia sombra, no hay excusa para no superarla.

Me quedo pensando en el detalle que más me fascina: el coche es homologado para carretera. Es decir, podrías, en teoría, hacer la compra semanal con él. Claro, tendrías que ir al supermercado más alejado que exista para que el motor siquiera se caliente, pero la posibilidad está ahí, y eso lo hace aún más absurdo y maravilloso.

Ahora, la pregunta que me queda es esta: si en 25,21 segundos pueden llevarte de cero al borde del vértigo y devolverte sano y salvo, ¿cuánto tiempo tardarán en inventar algo que nos deje sin palabras… y sin aliento?

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