Francesco Guardi: el vedutista que hizo de Venecia un sueño eterno
Venecia es más que una ciudad: es un reflejo de la luz sobre el agua, un espejismo de mármol y canales que parecen disolverse en la bruma del tiempo. Y si hay un pintor que supo capturar ese espíritu efímero, fue Francesco Guardi. Pero también fue un artista relegado durante siglos a la sombra de Canaletto, su célebre compatriota y rival en la pintura de vedute. Hoy, su obra es reconocida como un preludio del romanticismo, un testimonio vibrante de la Venecia del siglo XVIII que sigue maravillando en museos de todo el mundo.
Origen: Francesco Guardi: El último Poeta De Venecia – RED +
¿Dónde encontrar la Venecia de Guardi?
El legado de Francesco Guardi se dispersa por algunas de las pinacotecas más prestigiosas de Europa y América. Sus cuadros, a diferencia de las meticulosas postales arquitectónicas de Canaletto, vibran con pinceladas sueltas, una atmósfera evocadora y un sentido de lo efímero que parece anticipar la melancolía romántica. Desde Madrid hasta Lisboa, París, Viena y más allá, cada museo que alberga sus lienzos es un portal a la Serenissima.
Madrid: la capital que reúne lo mejor de Guardi
España no solo conserva algunas de las obras más impactantes del artista veneciano, sino que actualmente se ha convertido en un destino obligado para sus admiradores.
- Museo Nacional Thyssen-Bornemisza: Esta galería de renombre alberga piezas clave como El Gran Canal con Santa Lucía y Santa María di Nazareth. Pero lo que hace única su visita es la actual exposición temporal (hasta mayo de 2025), que reúne 18 óleos y un dibujo prestados por el Museo Gulbenkian de Lisboa. Entre ellos, destacan escenas como El puente de Rialto y festividades emblemáticas como la fiesta de la Ascensión.
- Museo del Prado: Aunque su colección de Guardi es más modesta, conserva dibujos esenciales como La Punta della Dogana en Venecia, reflejando la destreza del artista en la captación de la luz y la perspectiva.
Si hay un momento para redescubrir a Guardi en Madrid, es ahora. Pero también hay un destino imprescindible para quienes deseen conocer la mayor colección de su obra.
Lisboa: el paraíso secreto de Guardi
Pocos saben que la colección más extensa de Francesco Guardi no se encuentra en Italia, sino en Portugal. El Museo Calouste Gulbenkian, con su asombrosa selección de arte, alberga algunas de las vistas más icónicas de Venecia.
- Regata en el Gran Canal y La Piazza San Marco decorada para la fiesta de la Ascensión son dos de las joyas de esta colección, adquirida entre 1907 y 1921. En estas pinturas, la luz veneciana se filtra entre la multitud, reflejando el esplendor festivo de la ciudad.
Mientras en Madrid se exhiben temporalmente algunas de estas obras, la verdadera inmersión en la Venecia de Guardi solo puede experimentarse en Lisboa.
Venecia: la cuna del maestro
No hay mejor lugar para comprender el arte de Guardi que la ciudad que le dio vida. Aunque sus pinturas se han dispersado por el mundo, Venecia sigue conservando su esencia en museos y templos históricos.
- Museo Correr: Custodia numerosos dibujos preparatorios y apuntes de sus vedute. Aquí se puede rastrear su proceso creativo, desde los primeros esbozos hasta las pinceladas finales que convirtieron sus paisajes en un remolino de color y luz.
- Iglesia de San Rafael Arcángel: Entre las pocas obras religiosas de Guardi, destaca su serie Las historias de Tobías, que muestra su capacidad para capturar la emoción y el drama en una escena bíblica.
La Venecia de Guardi no es la Venecia de las guías turísticas. Es una ciudad en transformación constante, un mundo en el que la luz, la bruma y el agua se confunden.
París, Viena y otras ciudades: Guardi más allá de Italia
El arte de Guardi viajó lejos de su tierra natal, y hoy en día podemos admirar su obra en algunas de las capitales culturales más importantes de Europa.
- Musée du Louvre (París): Aquí se conserva una serie de diez lienzos que representan las celebraciones por la elección del Dogo Alvise IV Mocenigo en 1763. Son documentos pictóricos de una Venecia grandiosa pero en decadencia, donde el brillo de los festejos contrasta con la inminente caída de la república.
- Akademie der Bildenden Künste (Viena): Entre sus tesoros, se encuentran versiones de El Gran Canal con Santa Lucía, otra de sus vistas inconfundibles.
- Múnich, Bérgamo y Filadelfia: Aunque menos conocidos, otros museos conservan piezas únicas de Guardi. En la Alte Pinakothek de Múnich, por ejemplo, se exhibe Concierto de ochenta huérfanos, una escena inusual en su producción. La Accademia Carrara de Bérgamo guarda una fascinante Fachada de palacio con escalera, mientras que el Philadelphia Museum of Art atesora otra versión de El Gran Canal.
Guardi y Canaletto: dos visiones de Venecia
Si hay un nombre inseparable del de Guardi, es sin duda Canaletto. Ambos pintaron la misma ciudad, los mismos palacios y canales. Pero también lo hicieron con lenguajes radicalmente distintos.
Mientras Canaletto es el arquitecto preciso, el matemático de la perspectiva, Guardi es el poeta de la atmósfera. Sus edificios no son estructuras fijas, sino formas que flotan en el aire, envueltas en un velo de luz. Su Venecia es más íntima, menos teatral.
Y, sin embargo, durante siglos fue menospreciado. Su estilo suelto y su uso audaz del color lo alejaban de la perfección académica que buscaban los coleccionistas británicos, quienes preferían la claridad de Canaletto. Solo en el siglo XIX, con el auge del romanticismo, su arte fue reivindicado como una visión precursora del impresionismo.
La melancolía de una Venecia que desaparece
Guardi no solo pintó la Venecia de su tiempo. Pintó la Venecia que se desvanecía. Su obra captura el final de una era: los últimos días de la Serenissima antes de su caída ante Napoleón en 1797.
A diferencia de Canaletto, que celebraba la magnificencia de la ciudad, Guardi deja entrever su fragilidad. Sus cielos tormentosos, sus fachadas desmoronadas y su agua inquieta reflejan una Venecia que, aunque espléndida, está marcada por la nostalgia.
Como escribió Henry James sobre la ciudad: «Venecia parece un lugar que ha sobrevivido a sí mismo». Guardi lo entendió mejor que nadie. Y por eso, siglos después, sigue siendo el pintor que nos muestra la esencia fugaz de Venecia, un sueño que se disuelve en la luz y el agua.