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Jioufen: el pueblo taiwanés donde la nostalgia se convierte en un viaje en el tiempo
El aroma del té oolong flota en el aire mientras los faroles rojos tintinean suavemente con la brisa de la montaña. Jioufen no es un simple destino turístico, es un rincón de Taiwán donde la historia, la cultura y la estética retro convergen en una atmósfera que parece sacada de un sueño. Caminar por sus callejones es un ejercicio de imaginación: ¿acaso estamos en la era dorada de la fiebre del oro, en una escena perdida de El Viaje de Chihiro o simplemente atrapados en un atardecer interminable donde el pasado y el presente se abrazan?
Origen: Tea In the Acclaimed Taiwanese Mountain Town of Jioufen
De fiebre del oro a fiebre turística: la historia de Jioufen
La historia de Jioufen es la de un hallazgo inesperado. Antes de que se descubrieran sus minas de oro a finales del siglo XIX, este pequeño pueblo taiwanés era apenas un conjunto de casas habitadas por nueve familias—de ahí su nombre, que significa “nueve porciones” en chino. Todo cambió cuando los buscadores de oro transformaron la región en un hervidero de actividad minera.
Durante la ocupación japonesa (1895-1945), Jioufen se convirtió en un próspero centro minero, con edificios de madera y arquitectura influenciada por la estética nipona. Sin embargo, como ocurre con todo boom, la fiebre del oro se extinguió y, con el cierre de las minas en los años 70, el pueblo cayó en un letargo silencioso, como una lámpara de aceite consumida por el tiempo.
Pero la nostalgia es un gran negocio, y lo que una vez fue una decadencia silenciosa, se transformó en un renacimiento. En los años 90, Jioufen resurgió como un destino turístico gracias a su belleza melancólica y su encanto vintage. Sus calles adoquinadas, sus casas de té y su niebla persistente despertaron el interés de visitantes ávidos de experiencias que no se encuentran en los rascacielos de Taipéi.
¿Jioufen es el verdadero espíritu de El Viaje de Chihiro?
Aquí es donde las cosas se ponen misteriosas. Hayao Miyazaki, el genio detrás de El Viaje de Chihiro, ha negado repetidamente que Jioufen haya sido la inspiración directa para su película. Pero las coincidencias son tan escandalosas que es difícil no sospecharlo.
El diseño de la icónica casa de baños de Yubaba, los callejones iluminados por faroles rojos, las tiendas con carteles en kanji, los mercados abarrotados de comida callejera humeante… todo en Jioufen parece un fotograma de la película de Studio Ghibli. Y aunque Miyazaki nunca lo confirme, el aura mágica del pueblo sigue atrayendo a fanáticos de todo el mundo, ansiosos por perderse en este laberinto de luces y sombras.
“La nostalgia vende, pero también transporta”
Podemos debatir si Jioufen fue o no la inspiración directa de El Viaje de Chihiro, pero lo que es innegable es que este lugar encapsula la esencia del cine de Miyazaki: un espacio donde lo cotidiano se mezcla con lo sobrenatural, donde el tiempo parece estirarse y donde la nostalgia se convierte en un pasaporte a otra época.
El ritual del té en Jioufen: mucho más que una bebida
En Jioufen, el turismo no solo es visual, también es sensorial. Y una de las experiencias más profundas que puedes vivir aquí no tiene que ver con recorrer sus calles, sino con detenerte en una de sus tradicionales casas de té.
El té oolong, una de las joyas de Taiwán, se prepara aquí con una paciencia casi zen. En la famosa Casa de Té Amei, una de las más antiguas del pueblo, el proceso es un espectáculo en sí mismo. El agua caliente despierta las hojas enrolladas, liberando aromas florales y tostados, mientras el vapor se eleva en el aire, mezclándose con la bruma exterior. Es un momento de pausa, una ceremonia que obliga a reducir la velocidad en un mundo obsesionado con la prisa.
A diferencia de la ceremonia del té japonesa, que es solemne y estructurada, la taiwanesa es más relajada, más conversacional. Aquí se trata de saborear no solo el té, sino el momento.
Faroles rojos, lluvia y un aire de otro tiempo
Cuando cae la noche, Jioufen cambia de piel. Los faroles rojos, omnipresentes en cada rincón del pueblo, se encienden uno a uno, como si una mano invisible estuviera escribiendo un poema de luz en el aire. Los reflejos en los callejones mojados por la lluvia crean una atmósfera hipnótica, entre lo real y lo onírico.
Es fácil perderse en Jioufen, y no solo en el sentido literal. Es un lugar que juega con la percepción del tiempo, donde los turistas se convierten en personajes de una novela escrita hace décadas. Los ancianos que aún habitan el pueblo observan el desfile de visitantes con una mezcla de curiosidad y resignación. Para ellos, Jioufen es su hogar, pero también un escenario que ha sido redescubierto y explotado por la fiebre turística.
“Los pueblos no mueren, solo esperan ser redescubiertos”
Lo que diferencia a Jioufen de otros destinos es que su encanto no es fabricado, es heredado. No es un parque temático disfrazado de historia; su nostalgia es auténtica, es la pátina del tiempo sobre las paredes de madera, el eco de las conversaciones de mineros que alguna vez llenaron sus tabernas, el aroma del incienso quemado en templos que han visto pasar generaciones.
Otros rincones con la misma atmósfera nostálgica
Si te fascina Jioufen y quieres seguir explorando lugares con la misma vibra de cuento de hadas retro, aquí van algunas recomendaciones:
- Fenghuang, China – Un pueblo antiguo con calles de piedra y faroles reflejados en el agua.
- Shirakawa-go, Japón – Con sus casas de techo de paja cubiertas de nieve, parece una postal perdida en el tiempo.
- Lijiang, China – Un laberinto de canales y tejados antiguos donde la modernidad parece prohibida.
Cada uno de estos lugares, como Jioufen, ofrece una puerta a otra época, una oportunidad para saborear la belleza de lo que el tiempo no ha logrado borrar.
Jioufen: una postal viva de la nostalgia asiática
No es casualidad que este pueblo siga atrayendo a viajeros, fotógrafos, cineastas y soñadores. En un mundo donde todo se mueve demasiado rápido, Jioufen es un recordatorio de que la belleza muchas veces está en la lentitud, en el detalle, en lo efímero de un farol encendido bajo la lluvia.
Así que la pregunta no es si Jioufen inspiró El Viaje de Chihiro, sino más bien: ¿qué es lo que inspira en ti?